domingo, 1 de diciembre de 2013

Las editoriales y la divulgación científica.


Por pura casualidad cayó en mis manos un libro de divulgación médica (?) titulado “La enzima prodigiosa” escrito por Hiromi Shinya y publicado por la editorial Aguilar. Se dice en portada que el libro contiene la “fórmula mágica para no enfermar” y se añade que se han vendido más de dos millones de ejemplares en todo el mundo.

Lo “prodigioso” del libro no es la inexistencia de una enzima fantasma que el autor se ha sacado de la chistera, y a la que llama la “enzima prodigiosa” sino toda la sarta de inexactitudes que se vierte en sus páginas. Y todo ello, además, con notable mala intención porque entre sus falsos postulados deja entrever que “su dieta de la enzima prodigiosa” cura todo tipo de cáncer creando, consecuentemente, en los pacientes tumorales falsas expectativas a todas luces crueles, por inexactas.


Para empezar el autor se declara “padre de la endoscopia” lo cual es rotundamente falso. Fue el Dr. Hirschowitz junto con Curtis y Peters quienes en 1965 exploraron por primera vez el interior del colon con la ayuda de un colonoscopio flexible de fibra óptica. Además el autor del libro dice haber realizado en sus cuarenta años de profesión más de 300.000 colonoscopias lo que física y temporalmente es imposible.


El libro no dice sino generalidades vagas largamente repetidas en este tipo de publicaciones; que si la leche de vaca y las grasas animales son muy malas para la salud, que el tabaco y el alcohol producen cáncer, que el pescado es bueno pero que en exceso puede aumentar el cáncer de estómago y que la fibra vegetal, en el seno de la medicina natural es muy buena para la salud en general y para prevenir el cáncer de colon, en particular.

De paso, el presunto endoscopista no tiene empacho alguno en arremeter contra los más que verificados tratamientos antitumorales actuales argumentando, irreflexiva y temerariamente, que aceleran el cáncer. Para evitarlo, propone seguir “su” dieta, básicamente constituida por una alimentación sana en general con restricciones calóricas para evitar la obesidad, suprimiendo las grasas saturadas, el alcohol, té, café y tabaco. ¡Qué originalidad, Señor!

Lo más atrevido del libro es que, sin base científica alguna, el presunto oncólogo se inventa una “enzima madre” a la que llama “enzima prodigiosa” y a la que hace responsable de la buena salud de aquellos incautos que siguen “su” dieta milagrosa librándolos del cáncer. Pero a mitad del libro, el autor, posiblemente bajo los efectos alucinógenos de la referida enzima, reconoce que jamás ha podido demostrarse, científicamente, la existencia de esa “enzima prodigiosa” pero que él cree firmemente en ella, o sea; como lo de las meigas gallegas pero bajo la forma de catalizadores bioquímicos. ¡El colmo!


El traductor del texto original en inglés, para estar en sintonía con el contenido del libro, hace una pésima traslación de los vocablos médicos anglosajones al idioma de Cervantes. Así, traduce to remove (que significa médicamente extirpar) como “remover” que vaya usted a saber lo qué ha pretendido decir con esa traducción al dictado de la fonética. Es decir, ni siquiera se ha molestado en consultar un traductor de términos médicos, de los muchos que en Internet están al alcance de cualquiera . En otros párrafos habla de “las células del ADN” en vez del ADN de las células estructurado en sus cromosomas. Para mayor abundamiento, confunde las proteínas de la leche con las del queso y mezcla las enfermedades autoinmunes y el cáncer de colon con la apnea del sueño o la enfermedad de Chron.
El libro se vende al módico precio de 17 euros en librerías y a 9 euros la descarga en amazon para eBook . Y lo curioso es que, a pesar de las numerosas críticas adversas de los lectores, el bodrio ocupa los primeros lugares del ranking de ventas.

Es muy lamentable que una editorial de prestigio como Aguilar no haya sido más cuidadosa en la selección de sus obras, tanto en lo que se refiere al contenido como al estilo literario o a la traducción. Por poco dinero, un experto les habría convencido, con sólidos argumentos, sobre la inconveniencia de aceptar una publicación de tan ínfima categoría editorial y nula credibilidad. Pero eso sí; un buen negocio librero.