martes, 18 de noviembre de 2014

El suicidio y los médicos

Acaba de aparecer un interesante informe de la Dra. Louise B. Andrew, jefa de edición del prestigioso Medline en el cual analiza la incidencia y las causas del suicidio entre médicos.
 En EEUU unos 400 médicos, de ambos sexos, se suicidan anualmente, lo que equivale en números absolutos a toda una facultad de Medicina.
También es un hecho conocido que, entre los médicos, la mortalidad por cáncer o infarto de miocardio es menor que en la población general. Para explicar estas diferencias se especula sobre el mejor autocuidado de los profesionales de la salud sobre su propia enfermedad y sus mayores habilidades para alcanzar un diagnóstico precoz y un tratamiento de mayor eficacia. Y, sin embargo, sufren una mayor incidencia de suicidios que el resto de la población. También ocurre algo parecido entre los estudiantes de Medicina en los que, tras los accidentes, el suicidio es la causa de muerte más habitual.
Los psiquiatras nos informa que la depresión no tratada o insuficiente tratada es la causa más habitual que induce al suicidio. No existen diferencias porcentuales en lo que a prevalencia de depresión se refiere entre médicos y el resto de la población general, estimándose que afecta a un 12% de varones y a un 18% de mujeres. Pero es aún más prevalente en la población estudiantil y en aquellos médicos en período de formación (internos y residentes) donde las cifras alcanzan el 30%, con independencia del sexo u otras circunstancias personales.

Un estudio llevado a cabo en Australia en 2011 en el que se recogieron datos de 50.000 profesionales de la salud, incluidos médicos, enfermeros y estudiantes de Medicina, puso de manifiesto un dramático incremento de síntomas típicos de distrés psicológico, en relación a la población general, así como el doble de tendencias suicidas.
Tal vez un mejor conocimiento y las mayores facilidades que tienen los médicos para acceder a procedimientos letales les acercan al suicidio con mayor facilidad que otros grupos poblacionales, estimándose que la proporción entre suicidas médicos y los demás se situaría en un rango que oscilaría entre el 1,4 y 2,3.
Por otro lado, se sabe que las mujeres no médicos, a pesar de ser más depresivas que los hombres no médicos, tienen menor tendencia al suicidio que los varones. Sin embargo, en el colectivo médico no se han observado diferencias estadísticamente significativas en la tendencia al suicidio entre ambos géneros.
Se dice que, en algunos casos, la causa de la muerte que debe ser dictada por un médico en el correspondiente certificado de defunción, se trastoca “caritativamente”, por otra causa no suicida,  ("que no empañe el pasado del difunto") con lo que el número de suicidios entre médicos de ambos sexos podría ser incluso mayor de lo que se viene observando.
Entre las causas que subyacen en la personalidad del suicida, los desórdenes afectivos suelen encontrarse en la base de su comportamiento. Así, la depresión crónica o el trastorno bipolar, los fracasos sentimentales y profesionales, junto al alcoholismo y el abuso de ciertas drogas completarían el espectro del médico suicida quien, como no podría ser de otra manera, utiliza en primer lugar una sobredosis de drogas neurotrópicas para llevar a cabo su propósito, y menos frecuentemente armas de fuego.
El ejercicio de la Medicina, se trate de médicos o enfermeros, es una práctica emocionalmente poliédrica. Junto a las grandes satisfacciones que producen los éxitos, aparecen de modo inesperado los fracasos inevitables. Es muy difícil sustraerse al dolor ajeno y permanecer impasible ante la muerte inapelable. Por todo ello, hay que tener una personalidad muy sólida para no caer víctima del desánimo y hundirse en la depresión. Cuando eso asienta sobre un substrato psíquico inestable, la consecuencia inmediata es una depresión que puede conducir, en el peor de los escenarios, a poner en práctica procedimientos de auto-exterminio.
A pesar de lo anterior, y considerada la Medicina una de las profesiones “de riesgo”, continúa, al menos en España, siendo la carrera universitaria más demandada, tanto por hombres como por mujeres. Por algo será.




sábado, 15 de noviembre de 2014

Eutanasia y sedación paliativa

La sedación paliativa es un acto clínico de gran trascendencia en el que los médicos, en especial lo que se dedican al cuidado de pacientes terminales, están bien informados y concienciados. Por el contrario, la inmensa mayoría de los profesionales sanitarios ni practican la eutanasia, ni siquiera se sienten mínimamente interesados en ella.

Recientes estudios han venido a señalar que el deseo por parte del paciente de anticipar su propia muerte se debe más a aspectos emocionales, familiares y sociales, antes que en la desaparición definitiva del dolor intenso que acompaña a algunas agonías.


Al día de hoy, existe una notable confusión derivada de la activa campaña desplegada por parte de grupos pro-eutanasia,  sobre lo que es sedación paliativa y eutanasia activa.  Según la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (Secpal), la sedación terminal trata de inducir en el  paciente una disminución controlada del nivel de conciencia con el único objetivo de eliminar la angustia, el dolor, y el intenso sufrimiento causado por síntomas refractarios a la terapéutica habitual y que muy comúnmente se presentan en pacientes terminales, especialmente en los oncológicos. Por el contrario, la eutanasia, sea activa o pasiva, se refiere a aquella actitud en la que el médico actúa intencionadamente para acelerar la muerte del paciente o se inhibe médicamente para facilitarla.


Los grupos pro-eutanasia, para consolidar sus tesis, abogan por el testamento vital donde quede especificado de modo claro y conciso, los valores, deseos y creencias de cada uno, de modo que el documento otorgue un soporte legal para que el médico que asiste al paciente irrecuperable pueda actuar de un modo u otro. Sin embargo, esta cuestión es igualmente comprometida y puede prestarse a interpretaciones dispares ya que un sujeto que redacta un testamento vital en plena salud, difícilmente puede tener una percepción exacta de las sensaciones personales que va experimentar cuando tenga que enfrentarse a su fin. Por otro lado, ningún médico debería sentirse “presionado” por un testamento vital para inducir activamente la muerte de quien la solicita.

La mayoría de los médicos y enfermeros, insisto, no están absolutamente interesados en la eutanasia, al contrario; cada día se sienten más involucrados y preocupados por dar los mejores cuidados paliativos a pacientes terminales en los que la recuperación se sabe de antemano que es imposible.

Lo que verdaderamente dejaría las cosas en su sitio sería que, de una vez por todas, los legisladores, con la ayuda de los que entienden en estas causas, aprueben una ley clara y rotunda de cuidados paliativos que a todos deje satisfechos. Pero eso es otra cuestión. Aquí ya se sabe que la sociedad va por un camino y la Justicia por el suyo.

viernes, 7 de noviembre de 2014

¿Prevenir el Alzheimer?


El paciente aquejado de Alzheimer pierde la conciencia sobre sus actos y su propia identidad. Es incapaz de reconocerse a si mismo. Sufre la anulación del carácter, la voluntad y el poder de decisión. Tampoco podrá reconocer a sus amigos y familiares, ni siquiera a sus propios hijos. Su vida pasa a ser complemente vegetativa  

El mal de Alzheimer se puede prevenir, o al menos retrasar su aparición, al cambiar algunas rutinas que obliguen la estimulación del cerebro contralateral al que habitualmente domina nuestras actividades. Es una nueva técnica para mejorar la concentración, desarrollar la creatividad y la inteligencia, al realizar simples ejercicios de Neuróbica: un descubrimiento dentro de la Neurociencia  que nos revela que el cerebro tiene una extraordinaria capacidad de crecer y cambiar el patrón de sus conexiones.



Los autores de este descubrimiento, Lawrence Katz y Manning Rubin (2000), revelan que laNeuróbica, o la aeróbica de las neuronas es una nueva forma de ejercicio cerebral proyectada para mantener al cerebro ágil y saludable, creando nuevos y diferentes padrones de comportamiento y de las actividades de las neuronas de su cerebro.

Cerca de 80% de nuestro día a día está ocupado por rutinas que, a pesar de tener la ventaja de reducir el esfuerzo intelectual, esconden un efecto perverso:  limitan y atrofian el cerebro no permitiendo la renovación y el crecimiento de sus neuronas.

Para contrarrestar esta tendencia, es necesario practicar algunos ejercicios cerebrales que hacen que la persona piense solamente en lo que está haciendo, concentrándose en esa tarea. El desafío de Neuróbica, es hacer todo aquello contrario a la rutina, obligando al cerebro a un trabajo adicional.

He aquí algunos de los ejercicios que recomiendan los expertos de la Neuróbica:


-Coloque el reloj en la muñeca contraria a la que normalmente usa. 
-Cepíllese los dientes con la mano contraria.
-Camine por la casa, de espalda (en la China esta rutina lo practican en los parques)
-Vístase con los ojos cerrados.
-Hágase el nudo de la corbata sin mirar al espejo.
-Estimule el paladar con cosas de sabores diferentes.
-Vea las fotos invertidas (cabeza abajo)
-Mire la hora en el espejo.
-Cambie el camino de rutina para ir y volver a casa.


Se pueden practicar muchos otros ejercicios neuróbicos, dependiendo de su propia inventiva. La idea es cambiar los comportamientos de rutina. Para esto, habrá que hacer algunas cosas diferentes para que ejercite el otro lado de su cerebro (el derecho), estimulándolo de esa manera.

martes, 4 de noviembre de 2014

Reprogramación celular: Un punto de encuentro entre la Ciencia y la Ética.

Los científicos J.B. Gurdon y Shinya Yamanaka fueron distinguidos en 2012 con el Premio Nobel de Medicina por sus investigaciones sobre la reprogramación celular, un hecho que ha sido considerado por la revista Science como una auténtica “convulsión sísmica”.
Fue el mismo Gurdon quien manifestó hace más de 40 años que las células, consideradas como “unidades anatomo-funcionales no modificables” podrían ser reconvertidas en otras distintas y con ello generar tejidos biológicos diferentes. Algo difícil de entender y aceptar en aquel tiempo. Clonando ranas, allá por los cincuenta, asombró a la comunidad científica internacional, y más tarde, con la clonación de la oveja Dolly,dejó al mundo estupefacto.
Estos dos científicos han demostrado que células maduras y bien diferenciadas pueden ser reconvertidas, mediante reprogramación especializada, en células inmaduras (casi embrionarias) capaces de replicarse en cualquier forma de tejido biológico. El descubrimiento, como dice Science, ha supuesto una auténtica “convulsión sísmica”en materia científica revolucionando los conocimientos existentes sobre el desarrollo de las células y del propio organismo, abriendo con ello un camino fascinante y muy prometedor hacia la medicina regeneradora, de la que tanto esperamos todos.
Ha sido Yamanaka quien ha demostrado por primera vez que no sólo las células embrionarias sino cualquier célula madura puede ser reprogramada para generar un tejido biológico distinto al de su propio origen. Lo ha conseguido introduciendo unos pocos genes en el núcleo de células maduras de ratones adultos transformándolas en células inmaduras con la potencialidad de poder generar cualquier clase de tejido.
El hecho es trascendente por cuanto no sólo se eliminan peligrosos factores teratogénicos, que limitaban su uso al emplear únicamente células embrionarias, sino que los argumentos éticos, que tanto han paralizado este tipo de investigación, ya no serán ahora obstáculo para despejar el camino hacía una línea científica nueva que pueda aportar nuevos instrumentos diagnósticos y terapéuticos para curar enfermedades hasta ahora incurables.

La polémica, por tanto, ha quedado resuelta tanto para laCiencia como para la Ética. Los científicos ya no tendrán que centrar sus trabajos en células madre embrionarias sino que utilizando células maduras reprogramadas podrán alcanzar los mismos objetivos pero a través de canales más despejados y seguros.