lunes, 20 de enero de 2014

Con la música en el corazón. Con Claudio Abado en la memoria

Que la música influye en nuestro estado de ánimo no lo duda nadie, que amansa a las fieras, también.

Científicos italianos de la Universidad de Pavía demostraron hace un par de años en qué modo los diversos tipos de música pueden modificar la fisiología del aparato cardiovascular. El estudio señalaba que los tempos más rápidos aumentan el ritmo cardíaco y la presión arterial mientras que los más lentos disminuyen y amortiguan la presión sanguínea previamente elevada.

Para constatar qué tipo de músicas son las más y las menos saludables, los investigadores pidieron la cooperación de 24 voluntarios sanos para que escucharan cinco grabaciones musicales clásicas, elegidas al azar. Comprobaron que los crescendos (aumento gradual de intensidad y ritmo) provocan un aumento del ritmo cardiaco y la presión arterial, mientras que los diminuendos (reducción gradual) inducen relajación orgánica con descenso del pulso, la respiración y la tensión arterial. Observaron, además, que los cambios bruscos de ritmo e intensidad musical, como suele producirse en las óperas pasando de ritmos rápidos a lentos y viceversa, mejoran las condiciones generales del aparato cardiovascular, Así; las arias de Verdi que repiten frases musicales de unos 10 segundos de duración son las que mejor se sincronizan con el ritmo cardíaco espontáneo.


Esta experiencia, unida a otras previas, refuerzan una vez más la utilidad terapéutica de la música en muchos problemas de salud. La organización británica Music in Hospitals viene ofreciendo desde hace más de cincuenta años música en directo en instituciones sanitarias, residencias de ancianos y hospicios con resultados muy favorables. Algunos servicios de rehabilitación médica utilizan este tipo de terapia como un elemento coadyuvante del tratamiento global.

Su uso debería generalizarse en salas de espera, servicios de urgencia, quirófanos y en todos aquellos lugares donde un ambiente, inicialmente hostil, debería ser sustituido por un oasis de confianza. 

Me he permitido traer este post musical en un día triste para la MUSICA. El gran Claudio Abado, uno de los mejores directores orquestales de todos los tiempos, nos ha dejado hoy. Nos enseñó otra forma de escuchar y sentir la música culta haciéndonos entender las composiciones de los grandes maestros con otros ritmos, otros tempos y una forma única de dar vida a la armonía. Pero sobre todo, Claudio Abado acercó la música a sitios donde las artes no suelen llegar nunca, lugares donde sólo habitan seres olvidados que, o bien purgan condenas en cárceles, o sufren quebrantos de la salud en los hospitales.

Descanse en paz el gran maestro italiano en cuyo palmarés figuran cargos tan relevantes como la dirección de la Staatsoper de Viena, La Scala de Milán o la Filarmónica de Berlín.