lunes, 11 de agosto de 2014

"El divorcio de Adán y Eva"






5.0 de un máximo de 5 estrellas
 El primer día del resto de mi vida 15 de abril de 2014
Un comentario de  Pedro J. Guirao sobre "El divorcio de Adán y Eva"
Formato:Versión Kindle|Compra verificada
¿Un titular exagerado?, yo creo que no. Intentaré explicarme.

Comenzar con la frase de Botho Strauss fue como dejarme enganchar por uno de esos anzuelos diseñados para impedir la pérdida de una captura. Lo que inicié como el primer encuentro de prueba con un autor, se convirtió en la necesidad de continuar experimentando las sensaciones que me transmitía página a página este libro hasta su conclusión. Mi percepción entonces fue que estaba ante una obra excelente pero, al tiempo, tuve la impresión de haberme perdido detalles y sensaciones por haber pasado demasiado rápido por sus páginas. Dejé entonces pasar día y medio para el reposo y la sedimentación de lo leído y repetí su lectura asombrado de nuevo por la profundidad de los diferentes perfiles psicológicos y por el recorrido exhaustivo por cada una de esas etapas que "devastan el subconsciente y resucitan la angustia". Repetí deliberadamente la experiencia de vivir el problema no solo desde el ángulo de los hechos externos, sino también desde el del pensamiento individual que los provoca. Reviví una sutil manera de comunicar que provoca mis reacciones más diversas, entre ellas, la más sorprendente, conocer por vez primera una especie de mínimo germen femenino en mí, al percibir que en un par de ocasiones el texto se emborronó impidiéndole temporalmente la lectura a quien siempre se ha vanagloriado de no haber derramado una sola lágrima con ninguno de los famosos dramas lacrimógenos que pueblan el cine. Ha sido la primera vez, es sintomático, que me descubro así. Es cierto lo que dicen sobre que “El divorcio de Adán y Eva” pone al lector ante el precipicio de su propia vida, y yo he dejado definitivamente de ser un tolmo insensible.

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